La Vida

 

Esta es una época donde la vida está saltándole a la cara a muchas personas. Sin embargo, parece que lo que se hace es poner atención al mundo exterior y luego permitirle que sea motor y circunstancia en la que se toma una decisión según lo que se piensa qué es lo correcto. Lo que no deja de ser la opinión de otros.
 

Para definir la vida no hay una respuesta correcta única, no hay política, doctrina  ni filosofía determinante. Enfocarse en el cómo crear ese espacio interior para seguir ese sistema de guía interior que dice: Esta es mi verdad, así es como yo deseo vivir, como yo quiero existir, como yo quiero expresarme, aun cuando eso no esté bien con los de afuera. 

El filósofo, teólogo y pedagogo alemán Berth Hellinger sintetiza la vida de esta manera: 
La vida te desilusiona  para que dejes de vivir de ilusiones y veas la realidad. Destruye todo lo superfluo, hasta que queda sólo lo importante. No te deja en paz, para que dejes de pelearte, y aceptes todo lo que “es”. Retira todo lo que tienes, hasta que dejas de quejarte y agradeces. Te envía personas conflictivas para que sanes y dejes de reflejar afuera lo que tienes dentro. 
La vida deja que te caigas una y otra vez, hasta que decides a aprender la lección. Te saca del camino y te presenta encrucijadas, hasta que dejas de querer controlar y fluyes como río. Te pone enemigos en el camino, hasta que dejas de “reaccionar. Te asusta y sobresalta todas las veces que sean necesarias, hasta que pierdes el miedo y recobres tu fe. Te quita el amor verdadero, no te lo concede ni permite, hasta que dejas de intentar comprarlo con baratijas. Te aleja de las personas que amas, hasta que comprendes que no somos este cuerpo, sino el alma que él contiene. 
La vida se ríe de ti, tantas veces hasta que dejas de tomarte todo tan en serio y te ríes de ti mismo. Te rompe y te quiebra en tantas partes como sean necesarias para que por allí penetre la luz. Te enfrenta con rebeldes, hasta que dejas de tratar de controlar. Te repite el mismo mensaje, incluso con gritos y bofetadas, hasta que por fin escuchas. 
La vida te envía rayos y tormentas, para que despiertes. Te humilla y derrota una y otra vez hasta que decides dejar morir tu ego. Te niega los bienes y la grandeza, hasta que dejar de quererlos y comienzas a servir. Te corta las alas y te poda las raíces, hasta que no necesitas ni alas ni raíces, sino sólo desaparecer en las formas y volar desde el ser. 
La vida te niega los milagros, hasta que comprendes que todo es un milagro. Te acorta el tiempo, para que te apures en aprender a vivir. Te ridiculiza, hasta que te vuelves nada, hasta que te haces nadie, y así te conviertes en todo. La vida no te da lo que quieres, sino lo que necesitas para evolucionar. Te lastima, te hiere, te atormenta, hasta que dejas tus caprichos y berrinches y agradeces respirar. Te oculta los tesoros, hasta que emprendes el viaje, hasta que sales a buscarlos. La vida te niega a Dios, hasta que lo ves en todos y en todos. La vida te acorta, te poda, te quita, te rompe, te desilusiona, te agrieta, te rompe… hasta que sólo en ti queda amor.” 
Por ello, así como la vida; la mayor parte del tiempo tomamos decisiones basadas en acuerdos preconcebidos e inconscientes sobre cómo funciona el mundo, se asume que así es como funciona, lo que presenta un desafío para muchos, decidir que lo que está afuera es realidad virtual y la actuación o participación es para el resto del mundo. Donde se decide participar o no, y solamente se convierte en un observador. Cuando se reconoce ese punto de partida, se vuelve consciente el darse cuenta de que algo sucede en realidad, pero no es lo que está allí afuera.

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